DIA 2 DE JULIO
Fue San Otón natural de
Mistelbach de Franconia. Allí nació, por los años de 1062, de padres nobles,
pero pobres en bienes terrenales.
Desde jovencito se dio al
estudio de las letras humanas y llevaba ya algunos años de grande
aprovechamiento, cuando, casi a un tiempo, se le murieron los padres, con lo
que se tornó más apurada su situación.
Para no incómodar a su
hermano mayor, pasó a Polonia, que por entonces carecía de maestros, y puso
escuela, a la que en breve acudieron muchísimos alumnos. Con su ciencia, piedad
y finos modales se ganó muy presto la confianza de los principales señores de
Polonia, los cuales no sólo se hicieron amigos de Otón, sino que a menudo
ponían en sus manos muy enmarañados pleitos para que él los compusiera. Creció
tanto su fama, que el duque Boleslao II le nombró su capellán; y habiendo
muerto su primera mujer, eligió al Santo para que fuese a pedir para él la mano
de Judit, hermana de Enrique IV de Alemania.
El negocio salió
admirablemente, pero el duque perdió en él a su prudente y sabio consejero;
porque el emperador, prendado del embajador de Boleslao lo retuvo en su corte.
Y Otón, que dejara su patria, pobre y casi desconocido, volvió a ella como
personaje importante y calificado. Su principal oficio fue por entonces, rezar
salmos a coro con el emperador.
Quedo vacante el cargo de
canciller, y el emperador, no hallando persona más capaz que su capellán para
desempeñarlo cumplidamente, le nombró canciller del imperio. El Santo ejerció
tan importante empleo por espacio de algunos años con celo y acierto tales, que
nunca prosperaron tanto los negocios de palacio como en el tiempo en que los
administró San Otón. Quiso el emperador premiarle dándole un obispado, aun a
costa de los intereses del imperio que perdería a tan sabio ministro, pero el Santo
no aceptó aquella dignidad. No llegaba a entender Enrique IV cómo un varón tan
virtuoso y prudente rehusaba el obispado, siendo así que eran muchos los que
con intrigas y amaños lo solicitaban. Ignoraba que su canciller tenía corazón
muy noble para allanarse a tamaña bajeza.
Sabía Otón que el poder de
distribuir beneficios y obispados, lo había usurpado el emperador a la Iglesia,
y temía manchar su alma con el crimen de corrupción, si aceptaba la propuesta
de su señor.
OBISPO DE BAMBERG. —
FIDELIDAD AL PAPA
El año 1102 quedó vacante el
obispado de Bamberg. Otra vez propuso el emperador a su canciller que aceptase
el ser obispo. El santo varón que tan obstinadamente había hasta entonces
rehusado tal dignidad, la aceptó ahora para evitar que en la silla de Bamberg
se sentasen hombres indignos. Hizo más, pasar por alto en recibir de manos del
impío emperador el anillo y el báculo pastoral, aunque con propósito de permanecer
fiel de corazón a la Iglesia, y haciendo voto de no aceptar la consagración
episcopal hasta tanto que el Sumo Pontífice ratificase aquella elección.
SEGUNDA MISIÓN. — MUERTE DEL
SANTO
El año de 1128, con la bendición del papa Honorio
II y el beneplácito del rey Lotario, Otón dejó nuevamente a Bamberg y partió
para Pomerania, donde la idolatría amenazaba desvanecer totalmente las
halagüeñas esperanzas concebidas en los principios de la misión. Se Detuvo primero
en Stettín, donde halló muy divididos a los habitantes: unos perseveraban firmes
en la fe, pero los más habían vuelto al paganismo. Los sacerdotes de los ídolos
amotinaron a los apóstatas que, como fieras, asaltaron a gritos la casa del
obispo, dando mueras al apóstol.
San Otón, ansioso de ser
mártir de la fe, vistiese de pontifical, mandó alzar la cruz, y entonando
himnos y salmos, salió procesionalmente con su clero para encomendar al Señor
aquel postrer combate. Maravillados los bárbaros al ver el buen temple de
aquellos hombres que aun estando a punto de morir tenían humor para cantar,
empezaron a amansarse un tanto. Pero al ver llegar al sumo sacerdote de los
ídolos que había mandado matar al Santo los apóstatas enristraron sus lanzas
para atravesar con ellas al misionero. ¡Oh maravilla! Los brazos de aquellos
desdichados se paralizaron de repente y permanecieron rígidos y como
petrificados.
El Santo se movió a
compasión y con sólo bendecirlos sanándolos a todos. Al ver tan grande
prodigio, pidieron perdón al Santo y lloraron sus pasados yerros.
San Otón pasó después a la
ciudad de Vollín, cuyos habitantes recibieron humildemente sus amonestaciones;
y dejando en Pomerania algunos sacerdotes, volvió a Bamberg, donde murió a 30
de junio de 1139.
Canonizado por Clemente III
en 1189, celébrese su fiesta el 2 de julio.
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